¿Por qué encarcelar las aguas y asesinar el rumor de los
ríos?
Juan Almendares
(I Encuentro
Nacional en Defensa del Agua y los Ríos,
Por Nuestros Derechos
y Autodeterminación. del 6 al 8 de julio 2006.
Organizado por Consejo
Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH).)
La Esperanza, Intibucá.
Hoy bajo el techo verde de los árboles
de La Esperanza, estamos reunidos hermanos y hermanas
para fortalecer los vínculos con la Madre Tierra, con
el agua y con nosotros mismos. Este día hermosamente histórico se siente vibrar la fuerza espiritual de la solidaridad que
es el núcleo de la construcción del movimiento popular. Gracias por esta invitación fraterna de COPINH.
Este encuentro comprende diferentes
culturas, organizaciones de la resistencia y comunidades étnicas: lencas, mayas, chortís, tolupanes, misquitos, pech, tawakas,
garifunas, nahuales y compañeras y compañeros de México, Norteamérica, Italia, Centro y Sur América.
Hemos sido convocados para defender
la libertad del agua; porque si las aguas no son libres tampoco lo seremos nosotros y nosotras. Cuando las aguas son
encarceladas los ríos agonizan y también mueren los pueblos. Las represas son las cárceles del agua y las aguas que no se
mueven se mueren y causan enfermedades. Es por esta razón que debemos luchar para que no se construya la represa gigante El
Tigre, que asesinará sin duda las aguas y despojará de sus tierras y ríos a pueblos ubicados entre Honduras y El Salvador.
Necesitamos meditar y reflexionar críticamente
acerca de la historia del agua que es la historia del sufrimiento de las culturas mesoamericanas: la primera mentira que nos
enseñaron es que fuimos descubiertos por Europa siendo sin embargo que nuestros primeros antepasados sabiamente decían que
venimos de las aguas y que se descubrieron así mismos.
Cuando contamos la historia nuestra
nos damos cuenta de que durante la explotación colonial y neocolonial no sólo nos robaron el oro, la plata, el bosque y los
animales y esclavizaron la cultura; sino que algo que siempre olvidamos es que nos han robado, perseguido, torturado, encarcelado
y asesinado el agua. Porque para extraer y transportar minerales, en el pasado y en el presente se ha requerido de este
líquido. Miles de mujeres, niñas y niños han sido objeto de explotación por el acarreo del agua con el subsiguiente daño por
utilizar aguas contaminadas al lavar la ropa y preparar los alimentos.
¿Por qué se habla de asesinar el agua?;
porque es una unidad viviente y sin ella no es posible que siga el ritmo, el ciclo vital del planeta. La cadena alimentaria
que nutre plantas, animales y humanos no puede existir sin la cadena hídrica; la esencia de esta última
es retroalimentada por la vida misma de los seres vivientes y por eso simplemente la vida es inseparable del agua
Cuando el sistema contamina
o encarcela el agua comete un crimen y por lo tanto asesina la naturaleza viva de este maravilloso liquido. Sin embargo este
crimen ha permanecido impune durante siglos. Es parte de la deuda ecológica, moral y económica que tienen los países ricos
con Centroamérica y toda América Latina. Es parte también de la violación a la soberanía alimentaria, a la dignidad
y la autodeterminación de nuestros países.
A veces nos olvidamos de que el cuerpo
humano contiene más agua que tierra, de hecho si una persona pesa 60 kilos o sea 132 libras contiene en base a su peso corporal, de manera porcentual, sesenta partes de agua
y cuarenta de sólidos (tierra) o sean 36 litros
de agua. Somos agua y somos tierra.
Los campesinos y las culturas étnicas
saben que la vida está ligada a la tierra y al agua y al despojarlos de estos elementos también se asesina su cultura.
El agua nos une históricamente en la opresión y en la liberación. Los enclaves bananeros y mineros no se habrían enriquecido
si no fuera a expensas del sufrimiento del agua y de los pueblos. La acumulación histórica del capital es también una acumulación
de humillación, miseria, racismo, genocidio, guerras, hambre, pobreza y enfermedad.
La codicia por el agua ha persistido
por siglos y ahora es mayor con la globalización capitalista que privatiza el agua, la salud y la educación. Hoy
más que nunca cada uno sabe que el agua ha dejado de ser nuestra; se compra como una mercancía que no es accesible
para los pobres y los dueños del agua son las multinacionales. Ahora las empresas de los países ricos han puesto los ojos
en el agua dulce de Centroamérica; porque ellos no tienen la biodiversidad y la riqueza ecológica del nuestra área. Planifican
a corto plazo, tal como lo hicieron en África, para explorar o explotar las aguas del mar y utilizar los robots o muñecos
electrónicos para extraer minerales del fondo del mar sobre todo los estratégicos para la guerra y sus economías y de
esta forma alteran profundamente los ecosistemas marítimos.
Con este encuentro me siento fortalecido en esta tierra de esperanza donde está creciendo la unidad del movimiento
popular, el rescate de la cultura, la resistencia ante la injusticia y la lucha por la liberación.
Ofrezco un abrazo
fraternal a todas y a todos. Gracias por la solidaridad con Honduras y con El Salvador por parte de los países hermanos y
gracias a COPINH por este hermoso encuentro que refleja la pujanza de un movimiento que no se arrodillará jamás ante los opresores.
¡Viva la unidad
del pueblo hondureño con el pueblo salvadoreño y con todos los pueblos del mundo!
Carta Pública
Abogada Mayra Mejía
Secretaria de Estado
en Recursos Naturales y Medio Ambiente
Honorable Sra. Ministra
Respetuosamente, me dirijo a usted para tratar
un asunto que concierne a todos los seres humanos del planeta. Apelo al derecho constitucional de petición y de ser informados;
lo cual es fundamental para garantizar nuestros derechos civiles, políticos y los del
respeto a la vida.
Se trata específica y simplemente del agua, líquido
vital que cada día es menos nuestro porque se ha convertido en una mercancía que se torna cada vez más inaccesible para la
mayoría de los hondureños y centroamericanos. Sin embargo, se ha transmutado en el oro de las multinacionales.
Entre los desafíos para el presente gobierno está
el acceso de los hondureños a la cantidad y calidad del agua, tanto para el consumo
humano como para la producción agropecuaria; porque al agua. como unidad viviente. se le tortura, envenena, encarcela y se
le asesina, lo mismo que a los seres humanos, en los países centroamericanos.
El pueblo se pregunta ¿Cómo podrá la
Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (SERNA) manejar más de trescientas licencias de exploración o
explotación minera que se convertirán en el futuro en tres centenares de lagunas muertas
de cianuro en las que no existen peces, camarones y no se acercan por sabiduría
hasta los zopilotes.
¿Qué puede hacer el gobierno cuando han sido cambiados
históricamente los cursos de los ríos con el objeto de favorecer a las empresas
bananeras y mineras? ¿Cuando se ha despojado de las tierras y las aguas a las comunidades indígenas y campesinas con el resultado
de generar cada vez más pobreza? ¿Por qué se sigue deforestando los bosques, las cuencas de los ríos y los manglares?
¿Qué puede hacer la SERNA ante la hecatombe diaria en contra de los árboles
por parte de las empresas madereras que violan impunemente nuestras leyes y asesinan la hermosura del cambio hidrológico
con menoscabo de los manantiales y los ciclos respiratorios del bosque, los animales
y de los seres humanos?
.
¿Por qué el gobierno es tan excesivamente permisivo con el enorme secuestro del agua que realizan las industrias extractivas
a base de cianuro?, ¿las mineras que secan el agua subterránea, los acuíferos y los pozos; dejando a los habitantes sin líquido
para beber o bañarse con la consecuente
proliferación de bacterias, parásitos y hongos en la piel y los ojos? ¿Por qué no se
incide en las causas y consecuencias que dejan a las personas sin cabello, con llagas en la piel y con daños prematuros en la visión? ¿Acaso no se suma a esta situación desastrosa las cicatrices físicas y mentales
que deja la contaminación por causa de los metales pesados?
Nuestros campesinos e indígenas siempre han creído que el agua, el aire, las piedras, el oro
y los minerales son de un ser creador o superior; pero ahora el capital imperial y globalizador, articulado con sectores poderosos nacionales y centroamericanos; se ha legitimado
mediante los tratados comerciales como EL TLC como propietario del agua,
el aire y de la tierra.
Según nuestra cultura las aguas son libres; y las aguas a las que no se les permite su natural
movimiento o se encarcelan, se enferman o mueren. O se vengan de los malhechores cuando producen las inundaciones; o son criaderos
de mosquitos y por lo tanto de infinidad de enfermedades y dolencias.
En los países ricos también se encarcela a las aguas, sobre todo en las tierras que corresponden
a las comunidades indígenas. Sin embargo las leyes obligan a las empresas a que informen a esas comunidades. Pero acá, en
Centroamérica, los que dirigen las riendas del caballo del Estado están acostumbrados a obedecer al Norte y a irrespetar a
las comunidades en cuanto al derecho a la información y a la justicia ambiental.
Los presidentes de Honduras y El Salvador han anunciado la construcción de la represa El Tigre
y no sabemos si antes de tomar la decisión consultaron a los cuerpos técnicos de los ministerios correspondientes. Por tanto,
el irrespeto se extiende hasta a los propios funcionarios de un gabinete que no conocen
las decisiones sino de manera post factum
o (literalmente) postmortem. El tigre que han escondido se comerá
a los pobres para favorecer a las ricos y a las empresas multinacionales; va
a desplazar a los pueblos con sus gente, sus iglesias y sus cementerios, como ya ha pasado antes de manera dramática; y la
energía eléctrica resultante será más cara, como siempre sucede, y con ello sólo se va a fortalecer la acumulación histórica
del capital.
El plan parece contener una diabólica metáfora donde el
tigre se alimentara con las carnes flacas y los huesos de las comunidades. El
agua encarcelada se vuelva una mercancía, se transforma en dinero y se acumula
en capital. Es un plan impuesto desde arriba hacia abajo y de afuera hacia adentro.
Nace en el Norte y lo va a sufrir el Sur.
Sra. Ministra: ¿Quién hará o inventará o ya inventó esos estudios de impacto ambiental que por lo general están hechos por técnicos que
nunca han vivido en Centroamérica o desconocen nuestras realidades y cuyos salarios son millonarios,
tanto como el límite de la imaginación? ¿Cuántos millones costarán estos estudios? ¿Quién los pagará?
¿Por qué el gobierno mantiene oculta la información
técnica y social a las comunidades que siempre resultan afectadas? ¿No es acaso que las relaciones entre gobierno y comunidades
deben ser horizontales, transparentes y no autoritarias y antidemocráticas? ¿No
es acaso que ocultar la información es también parte de la corrupción? ¿Es posible
que usted, señora. Ministra, tenga las mejores intenciones de informar pero no se le dado la autorización correspondiente
o no se le ha brindado la información para ponerla al alcance del pueblo? ¿O
es que esta información es parte de la seguridad de los Estados aun cuando las empresa multinacionales ya la conocen antes
que nosotros?
Según la Comisión Mundial
de Represas son necesarios cinco principios para construir una represa: equidad, sustentabilidad, eficacia, toma de decisiones
y responsabilidad. Sin embargo ninguno de esos principios se aplica en el caso de la represa El Tigre. No puede existir equidad
en países que enseñan desvergonzadamente las tasas más altas de la desnutrición,
la violencia y la contaminación en América Latina. Ni mucho menos sustentabilidad; si cada
día las multinacionales se instalan para imponer políticas económicas que lo único que favorecen es el crecimiento
económico de sus empresas.
Los beneficios de las represas son más bien maleficios y según la propia Comisión Mundial son
más los daños que causan las represas que los beneficios. Los impactos en los ecosistemas son definitivamente negativos y en la mayoría de los casos los daños son irreversibles y por lo tanto no es posible mitigar.
En base a lo anterior, señora Ministra, estoy solicitando por su medio al Gobierno que informe a las comunidades afectadas absolutamente todos los pormenores del proyecto
de la represa El Tigre, sobre todo el estudio acerca del impacto ambiental; y
que se contesten todas las preguntas formuladas en esta carta. Por otra parte, permítame reiterar mi buena voluntad y anhelo de la unidad de los pueblos hondureños y salvadoreños en la búsqueda de la justicia ambiental
y no permitir que El Tigre se coma a sus comunidades. Por consiguiente, antes de que esto ocurra no debemos dejar crecer este
proyecto y debemos pronunciarnos con toda la fuerza de las aguas limpias y libres de
toda cárcel, que defenderemos la vida, la cultura; la soberanía hídrica y la autodeterminación de los pueblos hondureño y
salvadoreño hasta las últimas consecuencias.
Señora Ministra, la invitamos a que marchemos unidos
en un frente común para impedir que el agua y la energía eléctrica sean propiedad del
capitalismo anti humano.
En espera de su respuesta le saluda con las más altas muestras de respeto y alta consideración.
Juan Almendares
Juan Almendares
Presidente del Movimiento Madre Tierra
Miembro de Amigos de la Tierra Internacional
y Oil Watch International