Legislar para la
muerte, aprobar concesiones mineras; es un desafío moral para los representantes
del Congreso Nacional. Primero porque
históricamente las industrias mineras, tabacaleras y bananeras han sobornado a algunos miembros del Congreso Nacional, segundo
porque la actuación en un Congreso ha servido para catapultar una candidatura
presidencial de la República.
Tercero porque tanto las viejas como las abandonadas minas, aun después de “muertas”
siguen causando graves daños al ambiente y la salud humana.
Estos impactos no son previstos ni mucho menos tomados en consideración por las cosméticas reformas legislativas. Los argumentos de la industria
minera son más escuchados que la opinión ética y calificada de los investigadores
nacionales que defienden los intereses del patrimonio ecológico y cultural y sobre todo la salud humana y planetaria. Es el desafío moral entre la lógica del dinero (y en
este caso, de la muerte) frente a la lógica de la vida. En consecuencia no se puede afirmar que existe una industria minera
ética multinacional: la historia ha demostrado lo contrario.
Inmediatamente después
del huracán Mitch, denunciamos ante la opinión publica las posibilidad de contaminación
de metales pesados, casi un siglo después de que quedara abandonada la mina de la Rosario Mining Company que operó en San Juancito y poblados del municipio de Valle de Ángeles. Planteábamos a nivel nacional y
particularmente en la zona en mención la hipótesis de que la formación de corrientes de presión hídrica que al remover los sedimentos de metales pesados y plaguicidas
contaminaría las aguas, lo suelos y por ende la salud humana. Enviamos a analizar unas muestras con nuestros propios recursos;
sin embargo no se realizaban exámenes de
algunos metales pesados.
Visitamos la Boca
Mina de Cerro Grande y aguas abajo observamos que el pH era ácido. Enviamos a analizar el agua a Costa Rica porque nos dijeron
en ese momento que no estaban analizando aluminio. Efectivamente, las concentraciones de aluminio excedían los valores normales.
Consideramos que se trataba de un caso de Drenaje Ácido Minero. Conversamos con algunos pobladores y nos dijeron que el agua
había cambiado de sabor, de color y que producía picazón en el cuerpo y caída
del pelo. Escribimos artículos periodísticos (algunos de ellos no fueron publicados
en la prensa diaria, aunque sí en la Web) denunciando esta situación y siempre existieron oídos sordos por parte de las autoridades correspondientes.
Durante este mes
de febrero se ha denunciado por parte de las comunidades de Cerro Grande, El Carrizal, La Cañada y El Retiro la contaminación por metales pesados de las aguas y la presencia
de enfermedades sumamente peligrosas. Se trata, sin duda, de un caso de Drenaje Ácido Minero que libera metales pesados.
Qué es el Drenaje Ácido Minero:
Drenaje ácido de mina: El ácido que se forma por la explotación minera, ya sea por excavaciones subterráneas o a cielo abierto por acción del cianuro; libera los metales pesados de las rocas fragmentadas y el resultado es la contaminación del agua, el aire y los suelos. La explotación
minera deja un proceso perpetuo de contaminación que puede durar años y hasta varios siglos; puede ser superficial o profunda;
de alta acidez, saturada en sulfato y con niveles elevados de hierro, manganeso, cadmio, aluminio y otros metales. Debido
a la alta cantidad de hierro oxidado, el color del drenaje es rojizo y es por
eso que los campesinos dicen que el agua “tiene sarro”.
Es urgente que esta anómala y peligrosa situación sea subsanada y esa
es una responsabilidad de las autoridades; mas, si éstas son sordas, mudas y ciegas, corresponde a nosotros, como seres humanos,
denunciar a todo el mundo que otros seres humanos como nosotros están en constante y grave peligro. Por un lado está nuestra
solidaridad y la salud de las comunidades, por la otra, infortunadamente, la pútrida relación que el dinero extiende, como
hidra, entre los que tienen poder, pueden solucionar estos problemas y no lo hacen.
Tegucigalpa. Enero, 2007.